Bueno. Ye se entregaron los premios Goya. Cómo siempre ha habido sorpresas, algunas, alegrías, las normales, y decepciones, muchas. Sorpresas las de siempre, películas por las que uno no daría ni un duro, que ganan premios, o películas que la crítica las puso bien en su momento pero que la recaudación, y por consiguiente el boca oreja, no iba muy bien, pues son las que se llevan el gato al agua, en forma de Goya a la mejor película y a la dirección.
Las decepciones las de siempre. Una película que pretendía arrasar y solo se lleva las migas. Una cosa es que estés en los Óscars y sólo te lleves las migas, que por muy migas que sean, siempre serán algo, pero en los Goyas, las migas es cómo no llevarte nada. Pues todas sabemos que en los Goya lo único que vale son los grandes premios, son los únicos que tienen fuerza suficiente para llevar a los espectadores al cine de nuevo, son los únicos que te pueden hacer recordar, cuando pases por el videoclub que a tal película le dieron un Goya (de los importantes).
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